Escritores

Hay muchos adolescentes que aman escribir sus propios relatos pero no saben donde o cómo publicarlos, si vos sos uno de esos no dudes en mandarnos el tuyo haciendo clic acá o mandanos un mail a: unmillondeaniosluz@gmail.com , lo vamos a publicar en esta sección con tu nombre o en anónimo según vos elijas. ¡Compartí tu relato con todos tus amigos!

"Había entendido[...]"
"Había entendido,
el  de las palabras, 
él silencio del olvido y la locura de la nostalgia.
El brillo en sus ojos ya no era el mismo. 
A veces ya ni siquiera brillaban. 
Sus letras no tenían sentido,
y su sonrisa se volvió una ruta vacía, 
vacía y estrecha.
Quizás... había veces en la que ya ni siquiera sonreía. 
La lluvia la puso a prueba,
Caminaba y se rompía. 
Se rompía en mil pedazos, 
Y ni siquiera ella podía juntarlos.
Estaba perdida.
Quería huir, huir de sí misma.
Es fácil sentirse solo entre un millón de gente en una ciudad.
Su miedo, lo que la llevaba a romperse,
era el mismo miedo que el de todos los humanos,
sentirse solo, completamente solo
sin saber a dónde ir, 
aislados por sus propias inseguridades.
Volvió a tener miedo, miedo de apagar la luz, de quedarse sola en la cama si nadie más que ella misma. La razón era escucharse y atormentarse. Lo mejor era huir, huir de ella y del silencio de las palabras. Es fácil rendirse cuando ya no nos quedan más razones ni para luchar, ni para quedarse." Por: Agustina Arancibia



"Ella era la niña de ojos radiantes[...]" "Ella era la niña de ojos radiantes que veía pasar todos los días en la parada del colectivo. Su pelo ondulado me llamaba bastante la atención, pues parecía suave al tacto; y su aroma a frutos del bosque de aquel shampoo que llevaba me dejaba sumamente tonta. Parecía una niña que abundaba de sentimientos puros. A veces la veía hablando con amigos o por teléfono con su madre, avisándole que ya llegaría a casa. Sí, se veía hermosa por dentro y por fuera. Recuerdo aquel día en el que se le cayó la plata y nadie se había dado cuenta, dando paso a agarrarla y devolvérsela. Me miró, me sonrió y agradeció con esa voz fina que me dejaba atónita.

Nunca me puse a pensar que esa sería la última vez que la vería. ¿Se habrá mudado de casa? ¿De escuela? ¿Le habrá pasado algo? Mis dudas rondaron varios meses. 
Han pasado 2 años y yo sigo yendo a aquella parada a esperarla. Quizás es hora de avanzar, ya no puedo ilusionarme más, sólo fue algo del momento. Así es como me marché de ahí y, 1 cuadra después, vi una sonrisa bonita y una peluca ondulada. Era ella, mi niña de ojos radiantes saludándome. Siempre que la veía, sentía magia en mi corazón."  Por: Antonella Bucalo

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